En Caracas, El Paraíso se nos convirtió en infierno #LaPlanta

Desde hace días hay caos en la cárcel de La Planta en El Paraíso, varias madrugadas mi mamá no ha podido dormir porque al son del sonido de balas en la cárcel sueña que está en una guerra (¿acaso no lo estamos? me pregunto). Oír ráfagas de balas, ametralladoras y todo tipo de sonidos bélicos se ha hecho cotidiano. Diariamente hay una lucha interna en mi, trato de llenarme de pensamientos positivos, música alegre y trabajo para por momentos creer que “todo está bien”. Tanto que hoy en la mañana al oír esto  por momentos pensé que eran ruidos de maquinarias de construcción. QUÉ ILUSA SOY.

Toda mi vida he vivido en El Paraíso. Caracas.

El oeste pues.

   

Por momentos he querido mudarme a otras zonas, incluso he pensado en “El Este del Este”. Pero siempre había razones más poderosas para continuar aquí. Es céntrico (dentro de lo que cabe). Hay acceso a casi todas las zonas de la ciudad. Al rededor hay todo lo que se necesita: supermercado, farmacia, clínicas, tiendas, Centro Comercial, y hasta Universidad… Por eso estudié en la UCAB.

Y aquí sigo.

Caminar por las calles de El Paraíso, específicamente cerca de la Plaza Madariaga era una rutina cuando iba al Colegio. Me sentía “en mi zona”, confiada a casi toda hora… Hasta que estando en 7mo grado fui por primera vez en la vida víctima de la delincuencia. Veniendo del colegio a casa, a eso de las 12m un “tipo” me intentó quitar mi reloj, un baby G; no se cómo grité y me lancé a la Avenida Páez, la crucé y de repente había logrado safarme de esa.

No fue así, cuando en el 2001, acabando de regresar de viaje afuera, fui interceptada por 2 hombres que drogados me despojaron de cuantas joyas de ORO (sí, de oro) tenía. Mi amiga Laura que iba conmigo entró en pánico igual que yo, solo que a ella no le quitaron nada porque todo lo que usaba era de fantasía. Llegué a mi casa temblando.

El Paraíso dejaba ya de serlo.

En la Universidad el temor empezó a aparecer al enterarme de casos de atracos en las camioneticas. Eran mi transporte diario, en El Paraíso no hay Metro de Caracas. Así llegué a tener un carro. El miedo no solo en El Paraíso sino en Caracas en general… No escatimó su compañía. Nunca.

Tener carro implicó pasar a diario por la cárcel de La Planta para poder conectarme con casi todo el resto de la ciudad. En poco tiempo ya era casi imperceptible. Mi bomba de gasolina, esa donde los señores te conocen y donde revisas cauchos, aceites y a veces hasta lavas el carro es justo al lado del retén, es una de esas viejitas, ahí en Puente Hierro. La Planta una cárcel, silenciosa, estática, distante, desconocida para mi, que se despertaba de vez en cuando con alguna que otra revuelta.

Jamás pensé que un día -hoy- sería prisionera en mi casa a causa de esas revueltas en la cárcel de La Planta, y menos que por miedo a que una bala loca (que abundan a diario en Caracas) me cobrara la vida, no saldría a la calle. Esta no es la Venezuela que quiero.

Así, no es fácil repudiar a “Caracas, Ciudad de Despedidas”, así no es fácil evitar usar el #MeIriaDemasiado

Qué lamentable que En Caracas, El Paraíso se nos convirtió en infierno. (suena fuerte, pero es así)

Qué lamentable que hayamos escogido gobernantes a los que los ciudadanos NO LES IMPORTAMOS.

Qué lamentable que con tanta violencia e inseguridad nos hayamos hecho inmunes. A muchos pareciera NO importarles.

Qué esperanzador saber que en Venezuela puede haber un camino.

 

 

Que Dios nos cuide. Ya más nadie puede.

Ana. Con miedo y pánico a salir de mi casa.

Published by Thamarana I Anabel Navarro

Multicultural Marketing Communications Specialist

2 thoughts on “En Caracas, El Paraíso se nos convirtió en infierno #LaPlanta

  1. Fuerza Thamarana, no es fácil leer este tipo de cosas en el blog de una persona tan positiva como tú… entiendo tu malestar y más aun te envío todas las buenas vibras para que las cosas mejoren… Ahora bien, mi comentario se refiere al mecanismo de proteccion que muchos utilizan para desconectarse de una realidad fatal que vive el país, y es la inseguridad y pésima calidad de vida que poco a poco te quita años de vida… En efecto: “puede haber un camino” pero no estoy seguro que mucha gente quiera recorrerlo…

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